La Concejalía de Mujer del Ayuntamiento de Santa Marta ha puesto en marcha un programa denominado «Mujer Mírate«, un programa con el que, en palabras de la concejala «del ramo» (y lo digo sin retintín) «se busca promover y canalizar la participación de las mujeres en la vida social y cultural del municipio, ofrecer fuentes de estudio y reflexión sobre cuestiones de género y sensibilización sobre las distintas cuestiones relacionadas con las mujeres«. Primera actividad: Coloquio «San Valentín o San Valentina. Mitos sobre el Amor».
La idea podría no estar mal si no fuera por un detalle primordial: las charlas proyectadas, serán cada jueves, de 10 a 11:30 de la mañana. Y esto merece una serie de reflexiones.
Si lo que se da por hecho es que la mujer, por no haberse insertado en el mercado laboral, no tiene cosas que hacer y por lo tanto puede acudir a esa hora, es que no se ha entendido nada ni sobre género, ni sobre igualdad. Y que semejante confusión se pueda a llegar a plantear respecto de la concejalía de mujer de un Ayuntamiento, no es nada edificante.
Si lo que se da por hecho, es que en este municipio «no trabaja ni Dios», apaga y vámonos.
Y si lo que se pretende es cubrir el expediente, entonces hablemos con honestidad y replanteemos en qué invertimos el dinero del contribuyente.
Son muchas las políticas públicas que se pueden con el objetivo transversal de lograr la igualdad. Y no está mal que se organicen coloquios, que se facilite a la mujer su participación, un canal de encuentro, su espacio. Pero eso no tiene nada que ver con organizar coloquios a una hora en la que la mujer o está trabajando, o está buscando trabajo, o está haciendo las mil y una tareas que le ha tocado asumir -probablemente sin elegirlo-, y las que le corresponden por «delegación» de su compañero, hijos, padres, etc.
Como siempre, lo que subyace es esa mezcla de ganas de salir diciendo que se ha hecho algo -y seamos justos, esta corporación está haciendo muchas cosas, o por lo menos muchas más que la anterior-, de inyección de dinero público en el que no se sabe muy bien como gastarlo y de una tendencia perversa a que los «profesionales de la política» impongan sus hábitos. Y con esta reflexión termino:
Este Ayuntamiento cuenta con tres políticos profesionales (el Alcalde y dos de sus Concejales cobran sueldos suculentos por su dedicación pública), y quienes no lo son, perciben en muchos casos unas retribuciones que a final de mes, superan con creces el salario medio en España. Pues bien, casualmente, desde que se ha «profesionalizado» la política en Santa Marta, el grueso de la actividad pública se hace coincidir con el horario laboral. Y así, los Plenos, las Comisiones, el horario de atención al público, las actividades dirigidas al ciudadano, etc, se llevan a cabo, mayoritariamente, en horario de mañana.
Que no nos pongan como excusa que ese es el horario de la Administración, porque los políticos -que nos hemos presentado al cargo voluntariamente, y no por obligación- tenemos la obligación de adaptar nuestro servicio y vocación a las necesidades de los ciudadanos.
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